
CÓMO LOS 80 INTENTAN SOBREVIVIR AL PRESENTE
REPORTAJE
Desde que el hard rock y del heavy metal apareciesen en los 70 y se popularizasen en los 80, muchos de sus seguidores han tomado la iniciativa de abrir locales enfocados a este tipo de estilo. Poco a poco estos bares han ido desarrollando una identidad propia, hasta un punto en el que se han convertido en todo un símbolo para tanto rockeros como heavies.
La característica principal de estos garitos, aquella que los diferencia del resto de bares formales, es su estilo musical, y el resto de sus características giran en torno a él. La identidad heavy se hace latente en estos locales, ya sea por la alta cantidad de cervezas servidas, la indumentaria y el peinado de la mayoría de la clientela o por la propia estética del bar, en muchos casos muy acorde con aquella vista en los discos de la década de los 80: demonios, guitarras y alcohol, mucho alcohol.
Sin embargo, 20 años después de que terminara la era dorada estos géneros, la situación es muy distinta. Los antaño jóvenes ansiosos de fiesta ahora ya son padres de familia, lo cual hace que parte de la clientela se vea obligada a asistir cada vez menos a estos sitios. A esto deberíamos sumarle la difícil situación por la que está pasando la hostelería y la economía en general. Todo esto ha hecho que algunos de los bares más populares de este estilo se estén viendo en situaciones graves, se encuentren al borde del cierre o incluso.
Un claro ejemplo es el “Umore Ona”, bar del Casco Viejo de Bilbao que ofertaba actuaciones en directo. En su momento atraía no solo a gente de la localidad, sino que también a gente del extranjero, e incluso llego a ser premiado. Pero cuando el gimnasio que tenía sobre él pasó a ser una vivienda los nuevos vecinos se quejaron y el ayuntamiento les quitó el permiso, lo cual llevó al cierre del local. Y es que mucha gente tiene una mala opinión sobre este tipo de bares, y los ayuntamientos se centran en conceder ayudas a otros más centrado en atraer el turismo.
Pese a todas las dificultades que se están encotrando, lo cierto es que estos locales no tienen intención de rendirse. Y es que con una buena oferta se puede mantener a la gente interesada y luchar contra la crisis. En otras localidades vascas la opción por los conciertos sigue vigente, y eso puede verse en bares como el Ez Dokeibarrés o el Zarata de Guernika, bares en los que un puñado de músicos pueden llegar a atraer a un elevado número de clientes
También se puede ver que hay cada vez más clientes menores de 30 frecuentando estos bares. Bares que jóvenes como el estudiante de Deusto Asier Egurrola consideran “escasos pero encesarios”. Tambien consideran que la importancia que se les da a estos bares es muy poca y que para fomentar su desarrollo la ayuda tanto del ayuntamientos como de los ciudadanos es necesaria, eliminando la actitud negativa que tienen hacia ellos.
Está claro que, como todos, los bares rockeros lo están pasando mal por la crisis. Y sin embargo siguen adelante, pues no son algo temporal, no son algo que dejará de existir así como así. Y es que como acostumbran a decir muchos de sus clientes “el heavy no es una moda. Es un sentimiento”.